miércoles, 31 de diciembre de 2008

Un Tal Mr. Hide...Reflexión Neurótica...

Un tal “Mr. Hide”

Por Luis Carlos Barbosa Jasso

“¡Éitale, burro, fíjate por dónde te atraviesas! ¿Qué no ves o estás ciego animal?”. Vocifero desde mi auto sin pensar en las consecuencias ni en la vergüenza de ser o parecer ser o querer parecer ser todo un patán de arrabal, un cafre sin tolerancia, un inconsciente sin límites, aún cuando vaya de por medio mi integridad física o, peor aún, la de quienes me acompañan.

A los pocos minutos el pleito ya no es con “ve tú a saber quién fue el que se atravesó”, que seguramente ya está a 1 kilómetro de distancia, eso sí, muy quitado de la pena. Ahora mi furia y mi frustración se vierten sin quererlo, sin pensarlo, incontenible e inevitablemente sobre mi confundida hija.

(Respiro) Más tarde, ya más tranquilo (y por decirlo así), el huracán de mi ira ya no solamente arrasó con el tan presumible respeto y la tan “cacareada” devoción que a ella le debo, sino que también devastó su pequeño corazón y la promesa olvidada de cuidarla de todo y contra todo. Y el muy… ladino de mí… no supo cuidarla de su fiel y amoroso protector: ¡de su propio padre!

En el trabajo es lo mismo: ¡Para hacer un trabajo tan mediocre mejor yo mismo lo hubiera hecho!...Suelo decir sin pelos en la lengua y hasta jactándome de mi dizque inteligencia y aprovechándome de mi supuesta “jerarquía” por sobre mis colaboradores.

Y en la intensidad del momento tal vez ya el problema no sea decirlo tan abiertamente, seguro de que la razón y mi “puesto” están de mi lado. Finalmente Organigrama mata piedra, tijeras y papel, ¿no es así?

El problema es que el día de mañana habrá rencores, posiblemente represalias, quizás no del tipo de temibles venganzas o conspiraciones clandestinas, sino de aquellas que verdaderamente te duelen en el alma, porque llegará el momento en que ya no seré digno de su confianza, ni de su respeto y muchísimo menos de su amistad, que sobra decirlo.

Cuando todo pasa y “concientizo” esto, la depresión me avasalla; entonces llego a mi casa temblando aún de impotencia y una vez más la decepción de saber que fallé de nuevo….la paga esa chiquilla que esperaba recibirme contento y con ganas de jugar con ella. Cruel y estúpidamente la hago a un lado para encerrarme muy dentro de mí y volverme a perder de su amor, de su dulzura y de su indulgencia, que en contradicción a mi terrible proceder…tanta falta me hacen…

Me da vergüenza, se los confieso y me estremezco de sólo pensar cuántas ilusiones le habré marchitado… con mi desdén; en cuántas ocasiones no habré pisoteado brutalmente su derecho a ser feliz… por mi neurastenia.

No sé mucho de la vida, es cierto, y es bastante obvio que mucho menos del amor. En general soy más la consecuencia, disfuncional además, de muchos y grandes errores que he cometido, que de mis pocos aciertos.

Lo que sí sé es que hay “alguien” que me está boicoteando “mi existencia”, sin tentarse el corazón para hacerme daño, para lastimar a mi hija, que es lo más sagrado y lo más importante que tengo y por quien justo ahora estoy aquí, con Ustedes, tratando de reunir el valor y los argumentos suficientes para decirle a ese desgraciado que se interpone entre nosotros, un tal Mr. Hide, a quien espero encontrarme hoy mismo, frente a frente, cara a cara … en mi espejo…y decirle (y decirme) de una vez por todas que… ¡YA BASTA!

Perdóname María Fernanda, mi cielo, sigo luchando

Por Luis Carlos Barbosa Jasso


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